Una luz angosta me camina la pierna
en su esplendor bélico.
La contusión me divide polifónicamente
Me desvisto pensando en ello
Y contorsiono mis brazos
Para viajar a mi espalda.
Eólicamente vengo/ Queriendo entrar por cualquier guirnalda/ Para que indirectamente sepas que existo
Estaba contando
Y los japoneses son tantos
Como mil kilos de arroz.
y el arroz se desparrama
a la salida del registro civil
y los civiles se fusilan en las plazas
y las plazas tienen juegos para niños
y los niños ven dibujos japoneses
por eso los japoneses comen arroz
porque yo no quiero casarme
porque nunca me registro
Y porque a veces ando en alguna plaza
jugando a que fusilo niños
como a civiles japoneses.
Muchos colores
(por fuera nada más)
Aumentando cegueras
(Siempre lo que es por fuera,
la verdad, no hizo más que pudrirse
al contacto con el aire)
Son cuestiones sorprendentes
que, de vez en veces,
nos saludan: ¡holas!
Y mareas que te empujan
a cabecear rocas marinas en salmuera
bañadas de suspennnnsos que se van,
que te llevan y más luego te sueltan en caída libre
ensuciándote la sangre con glóbulos muertos.
Y sin embargo, vuelta y media sacudís tu cabeza
sobre piedades ajenas,
en cositas que no sé si no se entienden
o si es más fácil negarles el pensamiento
absorbiéndolas en confusiones múltiples.